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Fresa con gasolina
2 février 2008 par Emmanuelle

Conocía la expresión « mar de plástico » y había visto documentales sobre Almería, pero entrar en el universo de los invernaderos me provocó escalofrió y una sensación rara : como si ya hubiera sido sobrepasada la imaginación de los autores de ciencia ficción de mi infancia

De Huelva a Mazagón, los invernaderos de fresa y frambuesa se extienden hasta el horizonte. Algunos frutales también están debajo del plástico para adelantar la madurez de la fruta… pero lo que me dio más susto al llegar fue la “fresa en alto”, concepto abstracto para mi hasta hacía una semana. Para conocer el entorno del pueblo, fui a pasear en un bosque detrás de mi nueva casa. Iba andando tranquilamente rodeada de plástico cuando de repente « ¡quillo ! a un metro del suelo, fresas flotantes. Pensaréis para tranquilizaros que he abusado de la marihuana andaluza : calumnias. Fresas a un metro del suelo, tan rojas que un mes de agosto soleado, y conectadas arriba y abajo a una perfusión idéntica a la de los hospitales. ¿Fresa enferma quizás ? No, fresa en alto…

Si resumimos, “fresa en alto » significa tener suelo pero que no utilizarlo, y arriba plantar fresas en estanterías llenas de fibra de coco. Me parecería lógico plantar fresa en el aire cuando ya no hay sitio en la tierra, pero sembrar en el aire para sembrar en el aire, ¡explicarme ! En realidad este flotamiento de algunas fresas revela que aún cuando la fresa esta plantada en la tierra, no es el suelo de Huelva que abastece fresa o frambuesa a toda Europa, tan solo es un soporte. Los invernaderos se implantaron en arenales, tratados cada año con bromuro de metileno para desinfectarlos. Para daros una imagen, la tierra local o una estantería de fibra de coco en la mente de los agricultores onubenses, resulta igual. La tierra de Huelva no participa para nada en la producción de fresas, los únicos ingredientes indígenas son el agua (del acuífero de Doñana) y el sol. Todo el resto viene de fuera : la planta, la mano de obra, el plástico, los pesticidas y fertilizantes.

La fresa de Huelva que encontraréis desde el mes de enero en los supermercados no es más española que yo, la variedad « Camarosa » fue elaborada en los laboratorios de la Universidad Californiana de Davis. Cada campaña de plantación implica pagar “royalties” a sus inventadores, casi 1800 euros por hectárea y año. Sembrada en el norte de España (en los viveros de Castilla y León) en julio y re-plantada en Andalucía a partir del mes de septiembre-octubre, será comida aquí pero mucho más en Francia, en Inglaterra o en Holanda. Fresa nómada, tanto como los 30 000 trabajadores venidos de los Países del este, de Marruecos o de Senegal para recogerla.

Y según los cálculos de las multinacionales de la agroalimentación y las centrales de gran distribución, las fresas de Huelva serían “oro rojo”. Nunca fue adepta de las matemáticas pero si retiramos a este oro rojo todos los costes de los intrantes indispensables a este modo de agricultura y de comercialización, donde está el oro ? Coste del petróleo de todos los desplazamientos (Norte de España → Andalucía, Países del este/Marruecos/Senegal → Andalucía, Andalucía → Europa del norte), coste del plástico no reciclado, coste de los pesticidas, de la refrigeración para el embalaje y el transporte… no estoy segura que el inventador de la expresión “oro rojo” sea mucho más dotado que yo… en matemáticas quiero decir porque en comercio internacional, tiene que estar bueno.

En el estudio de dos Francesas sobre el « sistema fresero » de la provincia de Huelva, podemos leer que una disminución del precio de la fresa de un 15%, o el pagar los jornaleros al nivel del sueldo de obrero de la construcción (46 euros al día y no 35) pondría muchas explotaciones en peligro. Lo que significa que la producción no puede existir sin dos condiciones : la estabilidad de los precios (poco probable por la dependencia de los agricultores al mercado internacional) y la explotación asumida de la mano de obra que hace la recolección.

Y las fresas no están solamente “pesticidadas” hasta el hueso, las producen también en invernaderos situados alrededor de un polo industrial. Huelva es una ciudad obrera, donde refinan petróleo, fabrican pintura, hacen gas, producen fertilizantes. Algunas tardes, a pesar de vivir a diez kilómetros de la refinería, el olor a gasolina invade todo el pueblo.

Entonces, si al abrir una tarina de fresa, allí lejos en tu casa, la cocina huele de repente a gasolinera, es que la fresa habrá tomado el sabor de un elemento omnipresente en su producción : gasolina de los desplazamientos, petróleo para fabricar el plástico de los invernaderos, y emanación de la refinería.




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